En concordancia con el contexto actual (posmoderno) podríamos decir que estamos condenados a cierto eclecticismo a la hora de afrontar la educación artística. Si bien podemos decir que no hay una receta infalible sí tenemos ya referentes pasados a los que poder acudir en busca de posibles respuestas. El problema puede ser que a cada afirmación le corresponde automáticamente una cuestión (Ej: Enfocar la educación artística como manifestación cultural... ¿Cómo, si el contexto cultural se difumina dentro del aula? o ¿Es esa multiculturalidad un nuevo contexto cultural? pues entonces ¿Cómo afrontar la educación artística en esas circunstancias?).
Muchas de las necesidades parecen enumerarse desde la autoexpresión creativa o la DBAE. Personalmente le uniría a todo lo anterior la profesionalización de la enseñanza. Si hablamos de querer formar sujetos autónomos, críticos, selectivos, etc. ¿no es necesario para ello el poder dotarlos de herramientas para incorporarse a un mercado laboral muy característico? ¿Donde están las salidas laborales de una educación plática y visual en nuestro tiempo? ¿En la autoexpresión creativa, museos y artistas bohemios e introspectivos? Me atrevería a decir que lo que la historia se ha empeñado en educar como ARTISTA, en nuestros tiempos sería equivalente al "CREATIVO". Las nuevas tecnologías, el fácil y libre a acceso a la información, la idealización de la imagen como tal, la publicidad, el cine, son realidad y la educación no puede dejarlos fuera. Pero sigo en lo mismo, creemo que tenemos claro el QUÉ queremos pero, ¿y el CÓMO?

No te descubro nada diciéndote que el "cómo" al que tú te refieres no es una cuestión de receta mágica. Pero difiero diametralmente en tu planteamiento: antes que el "cómo" debe estar claro el "qué" y "por qué". Y esto muchas veces no se tiene claro. Éstas son cuestiones que fundamentalmente se deducen de la reflexión (colectiva y personal) y también, qué duda cábe, de la propia práctica. El problema es que viendo cómo está el patio del profesorado y alumnado a nivel general (Universidad, Bachillerato, ESO, primaria, infantil, otras), de la formación del profesorado y del alumnado y de la predisposición y compromiso que cada uno pretende asumir, el asunto cobra una mayor dificultad. Existen demasiados intereses y pegas que interfieren en dar una respuesta al qué y al por qué. Dos de esas pegas son la propia falta de compromiso y la soberbia académica.
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